Adolfa y su mamá Rodolfa llegaron a la perrera de la capital recogidas de una urbanización donde llevaban meses dando vueltas y comiendo todo lo que les daban los vecinos. Una vez más un abandono de un animal domestico que se deshacen de él como si de un mueble se tratase. Como no tenían donde albergarlas ni que hacer con ellas nos pidieron ayuda. Ahora forman parte de nuestra familia.