Florinda es una paloma muy simpática a la que su madrina encontró por la calle, llevaba todo el día herida y nadie le hacía caso, pero por suerte se cruzó con alguien que no pudo mirar hacia otro lado, la recogió y con todo el amor del mundo se ocupó de ella. Ahora ya está recuperada, pero por sus secuelas no puede ser liberada, así que vivirá en el voladero del santuario, feliz y rodeada de amigas.