Este chiquitín andaba solito por una urbanización, estaba sucio, hambriento y cojeaba. La suerte cruzó en su camino a una mujer que no fue capaz de dejarlo así, le recogió, le alimentó, le curó y le llenó de amor, incluso le bautizó. Fuimos a buscarle y le llevamos al vete, por suerte no era cosa de mucho y ahora está en una casa de acogida recibiendo la atención que necesita y dando muchísimo cariño y diversión. Ahora solo le falta una familia definitiva que le quiera para siempre.